El otro es Muayoha Salim. Es un curtido guerrero mauritano. Las leyendas cuentan que un día vagaba por el desierto tras una refriega en la que perdió a todos sus compañeros. Se encontró entonces con restos de una caravana: se trataba de un barril de vino. Pero como respeto al Libro del Corán no bebió ni un solo trago, aguantando las hostilidades del terreno hasta llegar a la corte del Sultán donde fue acogido con los brazos abiertos...